Autor: Daniel Glattauer
Editorial: Alfaguara
Año de edición: 2012
Número de páginas: 277
Sinopsis
Tras un encuentro fortuito, Judith conoce a
Hannes, un arquitecto que queda prendido de la protagonista. Tanto es así que
no cejará en conseguir que la propietaria de una tienda de lámparas acceda a
salir con él. Hannes conoce pronto a la familia rota de su nueva novia, así
como a sus amigos de toda la vida, y todos están encantados con la pareja de
Judith, pero ésta, al contrario que ellos, no sólo no está enamorada de él,
sino que hay algo en Hannes que la desconcierta, sintiendo un gran recelo hacia
él, motivo por el cual es juzgada por sus amigos y su propia familia. Todo esto
acabará con la vida monótona y pacífica de Judith para dar un giro de ciento
ochenta grados y orientarse hacia la desconfianza, el miedo, la inseguridad y
la locura, un camino descrito según sus distintas fases.
Comentario
Decidí leer este libro en cuanto lo vi en el
escaparate de una conocida librería del centro, pues cuando me percaté de que
el autor era Daniel Glattauer me llené de grandes expectativas al recordar sus
anteriores títulos, a saber, Contra el viento del norte y Cada siete olas,
libros que me gustaron mucho por su originalidad narrativa.
Mientras leía las primeras páginas del ejemplar
la historia se ponía cada vez más interesante, y dado el tamaño de las letras y
el número de líneas por página era fácil devorar cada una de las hojas que
componen el libro. Pero llega un punto en que la trama pierde fuerza, incluso
se vuelve un tanto repetitiva, hasta que me encontré en un momento en que era
viable desentrañar el desenlace de la novela, ése con el que el autor ha
intentado sorprender al lector, pero no en mi caso.
La Goldschlagstrasse, la calle vienesa donde Judith tiene su tienda de lámparas |
Cuál fue mi sorpresa cuando leí exactamente
lo que mi mente había imaginado páginas atrás; me llevé una gran decepción,
pues esperaba que el escritor me engañara para hacerme creer un final bastante
más diferente del que en realidad era, algo verdaderamente sorprendente, mas no
fue así. Es más, diría que a mi ejemplar concretamente le falta el capítulo
final, pues me quedé con la sensación de que en la imprenta olvidaron
incorporarlo; no puede ser que el desenlace, además de presumible, quede tan
abierto, tan inacabado, tan incompleto.
Por otro lado, cuando llegué a la mitad del
libro, esperaba algo más de desarrollo en los personajes, principalmente de los
amigos, quienes quedan como actores no secundarios, sino terciarios, monigotes
que, al fin y al cabo, ni pinchan ni cortan en la trama, totalmente
prescindibles. Sobre todo aguardaba algún tipo de profundización en la historia
de la familia, pero, una vez más, me equivoqué, mis esperanzas quedaron en eso,
en simples esperanzas.
A diferencia de los dos anteriores títulos
mencionados, aquí Glattauer ha podido servirse de la sintaxis y meditadas
palabras para narrar una historia, ya que en los otros libros el texto no era
más que una copia de correos electrónicos contestados entre dos personajes, sin
más. Pero aquí hay narrativa, y ésta es en el libro que nos atañe bastante
amena, sin disgresiones ni largas e irrelevantes descripciones de objetos sin
importancia para el argumento. Se añade que la novela es algo breve, y los
capítulos apenas alcanzan las tres páginas, por lo que como libro de cabecera
es ideal.
Por lo demás, Siempre tuyo deja mucho que desear para quien ha leído las
anteriores obras de Daniel Glattauer, pero si no se han leído, este libro será
un título más en la estantería.
Nota: 6/10.
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