viernes, 3 de agosto de 2012

Las ideas claras, la atención espesa

Mis palabras hoy vienen cargadas de enfado y enojo, aunque lo que nos ha ocurrido esta mañana no es la primera vez que se nos presenta. No debería sorprendernos, pero no deja de ser molesto que nos traten como si fuéramos unos ignorantes por el hecho de ser jóvenes. Pongamos de ejemplo que vamos a una panadería y queremos comprar no la típica barra de pan, sino una baguette simplemente porque nos gusta más. Lo normal es que la persona que se encuentra detrás del mostrador nos la ofrezca, nos pida su importe, paguemos y adiós muy buenas. Todo esto es lo lógico y no llama la atención para nada. Pero ahora supongamos que el dependiente no nos quiera vender esa baguette porque tiene la chapata más cara y apenas le saca provecho, y como somos jóvenes (hecho que parece traducirse como equivalente a ser tontos) intente engañarnos diciendo que la baguette no es nada saludable, que los médicos recomiendan la chapata, y que si no nos gusta o la vemos cara nos vayamos a por la barra de toda la vida. Dramaticemos un poco añadiendo el descontento del panadero por haber pedido un tipo de pan francés y no el español, y se queje de nuestro gusto galo, nos lo eche en cara, se ponga a la defensiva y nos diga que no debemos comprar nunca una baguette, que hay que comprar la chapata. ¿Cómo se os quedaría el cuerpo al oír tales disparates? Supongo que igual que a nosotros.

Pues bien, esto no nos ha ocurrido, por el momento, en ninguna panadería, sino en tiendas de muebles, productos considerablemente más caros que una barra de pan, algo que tiene que durar muchos años y que, en nuestro caso, tienen que ser de nuestro gusto, no del del dependiente, o eso creíamos, porque hemos recorrido varias tiendas y la mayoría de los vendedores se empeñan en decirnos en qué debemos gastar nuestro dinero. Y pondré algunos ejemplos.

Empezamos con el mueble del comedor, habitáculo no muy grande y con unas medidas que no llegan a los tres metros para el mueble principal. Muchos se nos han quejado a nosotros de que el espacio sea tan reducido porque de las medidas que necesitamos no tienen nada. Incluso una vendedora se echó las manos a la cabeza y nos preguntó si no podíamos sacar más metros (sí, en seguida llamo al albañil para que le coja los metros pertinentes al vecino…). Al final tuvimos que ir a la única mueblería que nos hacían el mueble a medida. Y yo me pregunto, ahora que están haciendo los pisos cada vez más pequeños, ¿por qué venden los muebles tan grandes? Disculpe el vendedor que no podamos permitirnos el lujo de habitar un chalet con exagerados metros de parcela y la pueda usted decorar al gusto y sin problemas de metros cuadrados, pero la cartilla no nos llega para algo más que un modesto apartamento.

Seguimos con el frigorífico. En un principio lo buscábamos en acero y de dos metros de alto; sólo tienen tres modelos y ninguno nos convence, salvo el blanco, pero en acero no lo tenían, así que nos intentan vender una marca que yo desconocía totalmente y veo la puerta marcadísima de huellas dactilares (no hacía falta llamar a la policía para detectarlas), y le digo a la chica que como no es anti-huellas no me interesa por lo que estamos viendo. ¿Qué me contesta ella? Que eso se debe a que ése en concreto no lo han limpiado bien, pero que es anti-huellas, que es muy fácil de limpiar y que cuando yo lo use no notaré las marcas. Claro, y como somos tontos nos lo tenemos que creer…

Finalizamos con el sillón relax. No hay tienda que hayamos visitado cuyo vendedor no se haya quejado de la estatura de mi marido, que como es muy alto no nos pueden ofrecer ningún sillón cuyo respaldo permita a mi cónyuge descansar la cabeza y la parte final de las piernas al reclinarse; no creo yo que 1,80 m sea demasiado alto; para que se queden tranquilos tendré que comprar en la ferretería un serrucho y cortarle los centímetros que le sobran para que nos puedan vender los sillones que tienen en stock. Sin embargo, en la última tienda, además, el dependiente nos decía qué sillón debíamos llevarnos; entramos pidiendo piel y el vendedor me suelta bruscamente que no me vende nada en este material, que lo compre en tela, que la piel es malísima y que la tela es más bonita y más fácil del limpiar que la piel. Insistimos en que lo que más nos han recomendado familiares y amigos es la piel, y por supuesto, para nuestro comedor, le venía mejor en piel. El trato que me ha dado el vendedor por esto que le he dicho merece una entrada para él solo, pero no es de mi agrado dedicarle más que este párrafo, pero si de verdad pensaba que por hablarme de forma grosera, ordenarme que me lleve el sillón de tela que tenía en exposición y por decirle a mi marido que él no se siente en el sillón porque es demasiado alto, que el sillón lo use sólo yo, si realmente creía que se había ganado la compra con nosotros lo llevaba bien claro.

Podría citar otros casos, pero creemos que con estos tres ejemplos os podéis hacer una idea de que hay muchos vendedores que no saben tratar al cliente, y creen que cualquiera que entre en su tienda es fácil de convencer de sus intenciones. Por suerte o por desgracia nosotros entramos en los establecimientos sabiendo lo que queremos; si no tienen lo que buscamos, pues vamos a otro lado. Eso sí, el trato que recibimos en la mayoría de ellos es inadmisible. Menos mal que todavía alguna tienda se salva y no se queja ni de los metros cuadrados de nuestra casa, ni de nuestros gustos ni de nuestra altura…



6 comentarios:

Bambú dijo...

Me ha hecho gracia tu entrada, ya que mi novio y yo nos compramos una casa no hace mucho tiempo y hemos visitado bastantes tiendas de muebles en los últimos meses XD

Y sí, por ser joven te tratan diferente, en eso estoy totalmente de acuerdo. Además, añado una cosa que me revienta que es cuando dan por presupuesto que tú no tienes dinero para comprarte algo mejor. Perdone, ¿pero en algún momento he preguntado por muebles económicos? si usted no sabe lo que vengo buscando no presuponga nada, me escucha y punto.

Nosotros también tenemos muy claro lo que vamos buscando y ningún vendedor nos va a convencer de lo contrario. Desde luego que el vendedor que me trate de esa forma no vuelve a verme el pelo, afortunadamente, hay muchas tiendas de muebles y puedo ir a otra sino me gusta como me tratan ^^

Unknown dijo...

Eso es lo bueno, que habiendo tiendas y tiendas no tenemos que cerrarnos en una sola, pero es difícil dar con alguien que te ofrezca lo que buscas o que, simplemente, no te trate como si fuera la primera vez que entras a una tienda.

Con lo del dinero también nos ha pasado, buscábamos muebles de los buenos y lo primero que nos ofrecían eran los de melamina, de esos que a los dos meses están para tirarlos.

Incluso una dependienta, aunque no te lo creas, nos echó en cara que pudiéramos permitirnos el lujo de comprar madera y no melamina y que su hijo no pueda permitirse más que los muebles baratos porque tiene el sueldo mínimo. ¡¿Y nosotros qué culpa tenemos?!

Vamos, hay gente para todo.
Muchas gracias por tu comentario!!

jota-chan dijo...

Desde luego hay dependientes que deberían prohibirles estar de cara al público, a mi me paso algo parecido al comprarme un movil, con lo poco que lo uso yo iba a por el barato pero intentaron venderme el mas caro y tambien tiraron un poco por tierra mis gustos pero a mi me dio igual, me fui con el movil que quería pero desde luego a esa tienda no volví. Al final los que pierden son ellos.

Unknown dijo...

Tienes mucha razón en eso, Jota-chan, son ellos los que salen perdiendo, y parece que no son capaces de darse cuenta de lo mal que lo hacen. Y tú di que sí, cada uno compra lo que quiere comprar, no lo que el vendedor quiera, y menos si se tiran a venderte el más caro, qué cara más dura.
Muchas gracias por tu comentario!!
Un abrazo!!

Mar dijo...

pero tú dónde compras los muebles, criatura? .___. Qué trato es ese hacia el cliente? Estoy de acuerdo con Jota-chan, muchos vendedores no deberían estar de cara al público, así no se hacen las cosas.
Por cierto, es triste que 1,80m sea "demasiado alto", aunque yo soy mujer y mido 1,75m y a menudo me siento como Gulliver en Lilliput, sobre todo en tiendas de ropa.

Unknown dijo...

Pues vamos a tiendas aparentemente normales, pero yo no sé qué pasa que la gente o no tiene ni idea de vender o cobran un plus por ahuyentar a la clientela.
Y parece ser que los altos no tienen derecho a descansar en un sillón porque los hacen todos a tamaño nipón, y cuando queremos amueblar la casa, que es pequeña, se quejan de que no tengamos más espacio. El caso es llevar siempre la contraria.
Muchas gracias por comentar, Mar!!
Encantados de tenerte por aquí!!
Un abrazo!!