Sé que
si me pusiera a criticar (en el mal sentido de la palabra) toda la programación
televisiva actual me faltaría blog (y hasta memoria virtual en toda la
intranet) para despotricar contra todo eso que se hace llamar, muy
acertadamente, “telebasura”. No lo haré, tranquilos, pero sí que me gustaría
disertar brevemente sobre una rama de la programación de casi cualquier canal
cada día más extendida que son los famosos programas en plan “españoles por el
mundo”.
La
primera crítica reside en el plagio descarado, en la copia evidente que se van
realizando unos programas de otros. Eso no es nada nuevo. Cada vez que sale un
programa o serie con relativo éxito no tardan ni unas semanas en comenzar a emitir en la
parrilla televisiva doscientos programas que, quizá cambiados de nombre y con
un enfoque que pretende disimular el obvio calco, son imitación casi intacta
del original. Mismo perro con distinto collar. Eso es lo que ha ocurrido con
esta familia de elementos del mismo grupo. No he tenido el menor interés por
averiguar cuál fue el original y cuáles los sucedáneos, pero lo que es evidente
es que la familia crece cada día más. Aparte del archiconocido “Españoles en el mundo”, han llegado a mis oídos (que no a
mis ojos) títulos como “Madrileños por
el mundo”, “Andaluces por el mundo”, “Murcianos por el mundo”, “Destino: España”…
Incluso aquello que José Mota anunciaba hace un par de años a modo de parodia
de “Españoles por España” parece que ya ha sido llevado a cabo, con otro nombre
menos ridículo pero con la misma esencia, como “Conectando España”. Y de buen
seguro que cualquiera que pase ante la caja tonta algún rato más que yo al día
sería capaz de mencionarme dos o tres títulos más bajo los que subyazca la
misma esencia. En fin, que ya no solamente se plagia el programa sino que ni
tan siquiera se molestan en buscar un nombre que oculte la evidencia de la
inspiración.
En
cualquier caso, si al menos la idea del formato fuera algo más atractiva,
incluso estaría dispuesto a perdonar tanta fotocopia (¡si será por ciudades en
el mundo!). El problema es que ni los propios fundamentos de dichos programas son,
en mi humilde opinión, aptos para explotarlos hasta límites infinitos. Me
explico. No es que me parezca mal la idea de mostrar al ciudadano de a pie
lugares y ciudades desconocidas para él y que, quién sabe, el destino le puede
deparar algún día. No les voy a mentir, solamente he visto dos o tres ediciones
de algunos lugares que iba a visitar de forma inminente, en la ilusa idea, oh
pobre de mí, de sacar alguna sugerencia nueva que no me hubiera aportado
previamente mi escueta guía de viaje o Wikipedia. Eso sí, pude apreciar con
todo detalle la casa del españolito inmigrante, su trabajo y la cafetería donde
se toma el croissant cada mañana, datos fuertemente relevantes para mis
devaneos por el mundo (léase irónicamente). Quizá sería cuestión de contabilizar
el tiempo exacto en el que se nos muestra la ciudad en cuestión y el dedicado a
la vida privada del improvisado presentador, a mostrarnos a su cónyuge, a sus
hijos, a la suegra y al primo que fue de viaje solamente para salir en la tele.
Remitiéndonos
a las pruebas, es de suponer que este enfoque debe proporcionar algo novedoso y
atrayente, pues desde que tengo uso de razón vienen poniendo documentales en La
2, muchos de ellos de ciudades o países, y jamás han tenido un índice de
audiencia que se acerque ni levemente a cualquier “Españoles por el mundo” o
“Villarribenses por la
Conchinchina”. ¿Cuál es la clave? ¿Los horarios de emisión?
¿Si se emitieran los documentales de La 2 a las diez de la noche los vería tanta gente?
¿O es que tanto nos tira cotillear en la privacidad ajena, aunque sean
completamente desconocidos? Supongo que seguiré en mi duda, como seguiré sin
explicarme las audiencias escandalosas de determinados programas que “¡Por favor, Sálvame!” Dios de verlos. ¡Incomprensible cerebro humano! En fin,
mientras los directores de las cadenas se forran a base de meternos hasta en la
sopa programación absurda de bajísimo presupuesto, permítanme que siga
maltratando mi intelecto viendo los documentales de La 2.
1 comentario:
Es triste pero es cierto, cada vez la televisión esta más que podrida, y lo peor es que nos tragaos todo a pie de santo, pereciendo como corderos ante un matadero.
Muy buen post!
Un abrazo!
Publicar un comentario