martes, 26 de junio de 2012

Españoles por...


Sé que si me pusiera a criticar (en el mal sentido de la palabra) toda la programación televisiva actual me faltaría blog (y hasta memoria virtual en toda la intranet) para despotricar contra todo eso que se hace llamar, muy acertadamente, “telebasura”. No lo haré, tranquilos, pero sí que me gustaría disertar brevemente sobre una rama de la programación de casi cualquier canal cada día más extendida que son los famosos programas en plan “españoles por el mundo”.

La primera crítica reside en el plagio descarado, en la copia evidente que se van realizando unos programas de otros. Eso no es nada nuevo. Cada vez que sale un programa o serie con relativo éxito no tardan ni  unas semanas en comenzar a emitir en la parrilla televisiva doscientos programas que, quizá cambiados de nombre y con un enfoque que pretende disimular el obvio calco, son imitación casi intacta del original. Mismo perro con distinto collar. Eso es lo que ha ocurrido con esta familia de elementos del mismo grupo. No he tenido el menor interés por averiguar cuál fue el original y cuáles los sucedáneos, pero lo que es evidente es que la familia crece cada día más. Aparte del archiconocido “Españoles en  el mundo”, han llegado a mis oídos (que no a mis ojos) títulos  como “Madrileños por el mundo”, “Andaluces por el mundo”, “Murcianos por el mundo”, “Destino: España”… Incluso aquello que José Mota anunciaba hace un par de años a modo de parodia de “Españoles por España” parece que ya ha sido llevado a cabo, con otro nombre menos ridículo pero con la misma esencia, como “Conectando España”. Y de buen seguro que cualquiera que pase ante la caja tonta algún rato más que yo al día sería capaz de mencionarme dos o tres títulos más bajo los que subyazca la misma esencia. En fin, que ya no solamente se plagia el programa sino que ni tan siquiera se molestan en buscar un nombre que oculte la evidencia de la inspiración.

En cualquier caso, si al menos la idea del formato fuera algo más atractiva, incluso estaría dispuesto a perdonar tanta fotocopia (¡si será por ciudades en el mundo!). El problema es que ni los propios fundamentos de dichos programas son, en mi humilde opinión, aptos para explotarlos hasta límites infinitos. Me explico. No es que me parezca mal la idea de mostrar al ciudadano de a pie lugares y ciudades desconocidas para él y que, quién sabe, el destino le puede deparar algún día. No les voy a mentir, solamente he visto dos o tres ediciones de algunos lugares que iba a visitar de forma inminente, en la ilusa idea, oh pobre de mí, de sacar alguna sugerencia nueva que no me hubiera aportado previamente mi escueta guía de viaje o Wikipedia. Eso sí, pude apreciar con todo detalle la casa del españolito inmigrante, su trabajo y la cafetería donde se toma el croissant cada mañana, datos fuertemente relevantes para mis devaneos por el mundo (léase irónicamente). Quizá sería cuestión de contabilizar el tiempo exacto en el que se nos muestra la ciudad en cuestión y el dedicado a la vida privada del improvisado presentador, a mostrarnos a su cónyuge, a sus hijos, a la suegra y al primo que fue de viaje solamente para salir en la tele.

Remitiéndonos a las pruebas, es de suponer que este enfoque debe proporcionar algo novedoso y atrayente, pues desde que tengo uso de razón vienen poniendo documentales en La 2, muchos de ellos de ciudades o países, y jamás han tenido un índice de audiencia que se acerque ni levemente a cualquier “Españoles por el mundo” o “Villarribenses por la Conchinchina”. ¿Cuál es la clave? ¿Los horarios de emisión? ¿Si se emitieran los documentales de La 2 a las diez de la noche los vería tanta gente? ¿O es que tanto nos tira cotillear en la privacidad ajena, aunque sean completamente desconocidos? Supongo que seguiré en mi duda, como seguiré sin explicarme las audiencias escandalosas de determinados programas que “¡Por favor, Sálvame!” Dios de verlos. ¡Incomprensible cerebro humano! En fin, mientras los directores de las cadenas se forran a base de meternos hasta en la sopa programación absurda de bajísimo presupuesto, permítanme que siga maltratando mi intelecto viendo los documentales de La 2.


1 comentario:

Peter Allman dijo...

Es triste pero es cierto, cada vez la televisión esta más que podrida, y lo peor es que nos tragaos todo a pie de santo, pereciendo como corderos ante un matadero.

Muy buen post!

Un abrazo!